Solo cinco años de prisión recibió Marcos por un delito del
cual todas somos víctimas. Tal vez la más joven de tu familia pase por eso o tú lo estés viviendo, pero la
víctima en esta historia es Isabel.
Sus ojos empiezan a humedecerse. Comprendo la impotencia
que debe sentir al recordarlo. Su rostro luce diferente. Nadie imaginó lo que
vivía porque ella siempre aparentaba ser feliz. Pero la sonrisa de ese entonces
no se veía igual a la de ahora. Está aquí frente a mí, desvistiendo su alma, contando
todo aquello que vivió. Esto empezó hace trece años pero llegó a su fin hace cuatro.
Ella comprende lo equivocada que está la frase que su madre le repetía
constantemente: “Aunque pegue o mate, marido es”. En Ecuador 6 de cada 10
mujeres sufren algún tipo de maltrato ya sea físico, psicológico o económico. Entre esas seis muchas dejaron el silencio a
un lado.
Isabel Acosta tiene 33 años (mejor conocida como la “Tía
Chechi” ya que es la mejor amiga de mi mamá y está en mi vida desde que tengo
memoria). No es la misma de hace cuatro años, ahora su rostro irradia paz y no
miedo como la última vez que la vi. Se casó muy enamorada de su ahora ex esposo
y tiene una hija llamada Doménica a quien ama mucho. Ella sobrevivió a un delito
silencioso: la violencia doméstica contra la mujer.
Su historia empieza a la edad de 19 años cuando empezó a
salir con Marcos. Se casó con él a los 20 años por querer ser “libre”, como
dice ella, del rigor disciplinario de su padre.
― ¿Cuándo fue la primera vez que te agredió?
― La primera vez –calla un momento– llevábamos casi 8
meses de enamorados y teníamos una fiesta de su trabajo. Me estaba arreglando
con mucho esmero, poniéndome de lo más bella solo para él, era la primera vez
que me relacionaba con sus amigos, me puse mi mejor vestido, peinado y todo. Cuando llegó, lo noté muy serio pero apenas
vio a mis padres se portó amable, ya dentro de su carro me dijo: que estaba muy
gorda para usar un vestido tan ajustado y que parecía una mujer de la vida
fácil –una lágrima recorre su rostro– en ese momento no sabía que eso era
violencia, no dije nada y por primera vez en la vida me sentí avergonzada por
mi cuerpo.
En la mayor parte de los casos las señales de violencia se
dan en el noviazgo pero las mujeres nos sentimos tan vulnerables que no las vemos y creemos que es común, que sucede
en todas las relaciones. No decimos nada. Desde niñas nos enseñan que los
hombres son fuertes y las mujeres delicadas por eso hacemos de la violencia
parte de nuestro vivir.
―Es
muy complejo porque es una situación que se vive en mucho silencio, las últimas
estadísticas de género realizadas por el estado en el año 2012 la diferencia
entre mujeres violentadas de sectores pobres y sectores altos es de 0.5, no
existe casi diferencia; la diferencia es el tipo de violencia que reciben –
dice Andrea Crespo, vocera del Centro
Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (CEPAM).
Nadie está libre de esto, ninguna clase social tiene
restricción, a veces creemos que en los sectores donde la mujer no tiene acceso
a educación, son las únicas que padecen este problema. Pero ¿acaso tú alguna
vez no recibiste una palabra discriminatoria por el simple hecho de ser mujer?
–Miles y miles de años de sociedad que ha sido escrita por
los hombres, quienes han vencido en la guerra, quienes manejan la iglesia,
quienes manejan los discursos y tenían acceso a los medios eran hombres – dice
Andrea.
La imagen de la mujer fue creada al gusto y conveniencia de
aquellos hombres que escribieron nuestra historia y es lo que se ha mantenido
hasta la actualidad.
–El 22 de julio, un
día antes de mi cumpleaños, había salido a celebrar por la tarde con unas
amigas. En ese mismo restaurante veo a Marcos con otra mujer, ya sabía que me
engañaba pero jamás imaginé verlo con mis ojos. Mis amigas me recomendaron enfrentarlo
y eso hice. Me llevó a fuerza a la casa y me golpeó con todo lo que encontraba
a su paso , sentía que el alma se me iba , le gritaba que se detenga , pedía a Dios que proteja a mi hija,
ni siquiera en ese momento pensaba en mí, no quería morirme y dejar a esa
bestia con mi niñita –no pudimos evitamos llorar todas– es allí donde dije:
tengo que sobrevivir y denuncié por mi hija , por mí y por nuestra vida –Isabel
dice con una pequeña sonrisa al final .
Esta escena es el fin para algunas y para aquellas que
sobreviven es el inició de una vida nueva. Consiguen libertad después de
vivir años enjauladas por el “amor de su
vida” donde su única compañía era el silencio.
Nuestra sociedad es diversa y nos cuesta mucho aceptar las
diferencias debido a la educación que recibimos, es allí donde rechazamos lo
que rompe nuestra perspectiva común. Empezamos a discriminar a los seres
humanos que son diferentes de los que nos enseñó esta sociedad dualista. Se les
quita derechos y se los etiqueta como si fueran experimentos de laboratorio. Todos
somos humanos y los derechos no tienen
exclusividad.
–Las políticas deberían estar enfocadas en temas
educativos, en todos los espacios: la universidad, los medios de comunicación…
deberían analizar en cómo este sistema nos ha estructurado de esta forma –dice
Andrea.
Si es la educación lo que debe cambiar acudí a investigar si
las universidades de Guayaquil están haciendo algo al respecto pero ninguna universidad
cuenta con un área que se encargue de los Estudios de Género. Traté de acceder
a una respuesta por parte de las autoridades respecto a la falta de este campo
pero me fue negada en algunas instituciones. Entonces acudí a los estudiantes y
realicé una encuesta a 100 de ellos y estos fueron los resultados:
El 70 % de estudiantes no sabe qué son los estudios de
género y el 77% creen que debe existir un departamento que se encargue de estos
estudios. Vemos el interés de los estudiantes por aprender, pero les hacen
falta las herramientas.
–Los estudios de género colabora al desarrollo correcto del
ser humano como persona. Así como también mejora la relación entre individuos –comentario
realizado en la encuesta por estudiante de la Universidad Espíritu Santo de
Guayaquil.
Acudí a los profesores para conocer su posición acerca de
los estudios de género y Alberto Sánchez profesor de la Universidad Católica
comenta “Es interesante que se implemente un área de estos estudios ya que la
universidad está abierta a un universo de ideas, pero que se lo tome con la
debida seriedad y no como un tema que está de ‘moda’ ”.
Los estudios de género están desde hace años, ahora se habla
más de ellos porque así como se luchó para que las mujeres sean portadoras de
derechos los grupos conformados por las ahora llamadas nuevas diversidades de
género también merecen estar en la constitución.
–Existen muchas campañas que han visibilizado más la
violencia en nuestro país, desde mi percepción personal siento que no ha
parado, ni ha disminuido, ni aumentado. Ahora se evidencia un poco más– dice
Andrea Crespo.
Gracias a que en la actualidad podemos acceder a mucha
información entendemos que este tipo de violencia y discriminación no es normal. Entonces es la necesidad que
tenemos como seres humanos de querer vivir en una sociedad igualitaria.
Al acercarme a muchos estudiantes universitarios y preguntar
si conocen algo acerca de los Estudios de Géneros me contestaban “no” y sus rostros reflejaban
confusión.
“No,
no sé qué significa eso” es la frase que más escuché en los estudiantes.
La falta de información en la educación es una de las
barreras que no permite erradicar la violencia en la sociedad. Las cifras de
violencia en Ecuador son altas y no disminuyen en lo absoluto
–Yo creo que el estudio de género es importante pero yo no
creo que la Universidad requiera, lo que yo sugeriría es que se estudie la
necesidad que las mujeres que trabajamos en esta institución educativa si es
que percibimos algún tipo de violencia –dice Elba Bermúdez, decana de la
Facultad de Filosofía en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil.
Al crear un departamento que estudie todo lo que engloba el
género se educaría tanto a estudiantes como profesores. Así existirá una
educación de derechos igualitarios y es muy pertinente para que nuestros
índices de violencia cambien. Tanto en lo jurídicos y educativos debe cambiar
para ver resultados favorables.
Somos testigos de esta desigualdad y no hacemos nada. Las
mujeres queremos que respeten nuestros derechos y que todos gocemos de estos.
Isabel no es la primera, ni última mujer que es violentada.
Hay muchos tipos de violencia que agreden a nuestro cuerpo, mente e integridad.
Es difícil para una persona darse cuenta de los signos de violencia porque se
acostumbra a ella. ¿Ver tantos asesinatos y violaciones en los medios de comunicación cree usted qué
es normal?
–Me
llevó casi un año y medio entender que no tenía la culpa de sus golpes, mi
culpa era aguatarlo y callar, morirme en silencio. Aún sigo tratando de curar
cada herida en mí, no es fácil aceptarlo pero la verdadera libertad está en el
amor que te tengas a ti misma y el valor que te das como mujer –Isabel seca sus
lágrimas y abraza a su hija con mucha fuerza.
La educación debe tener un cambio completo con respecto a
la igualdad porque la única forma de terminar con la violencia es educar
personas que acepten la igualdad dentro de la diversidad.
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